CARLOS A. CARRILLO
A
continuaciones se presentan reflexiones, relativas al estudio de la historia
patria; en las cuales se da respuesta a distintas interrogantes:
Ø ¿Es
conveniente dividir el período colonial en tantas fracciones, como virreyes
gobernaron la Nueva España durante él?
No parece pertinente. En las fases de la evolución de la historia, significa
poco que la gobierne este o aquel sujeto, más bien dependen de causas muy distintas y de mayor
tamaño. Cada nación tiene vida propia se desarrolla, con completa independencia
del carácter personal de quien lo gobierna.
Ø ¿Conviene
seguir un orden rigurosamente cronológico en la narración de los sucesos
históricos? Existen autores como Leví Alvarés, que se apegan a la cronología y dividen la historia en periodos, lo cual este
autor considera como un modo no apto de proceder; ya que en la historia se
presentan series de sucesos eslabonados entre sí íntimamente que constituyen un
solo todo por lo cual se considera que se no se forma una idea exacta del
conjunto al estudiarlo por retazos, solo por obedecer al orden cronológico. ¿Por
qué razón se despedaza la vida de un pueblo con el pretexto de hacer metódico
el estudio?
Ø ¿Conviene
estudiar la historia patria independiente
de la España y sus demás colonias? Parece que no, no es posible comprender ciertos fenómenos de la
vida colonial de México sin conocer la
historia de la madre patria, y en parte, las de sus demás colonias esparcidas
en toda la extensión de América. Es
decir los cambios se pueden suscitan por causas que no residen en una nación y es necesario buscar en
aquellas que son comunes y han formado parte de su evolución.
FECHAS, NOMBRES PROPIOS Y BATALLAS.
Muchos creen
que aprender historia es gravar en la memoria un largo catálogo de fechas, eso
constituye una verdadera tortura inquisitoria, ¡Fechas! ¿Para qué? Tras las
fechas viene la plaga de los nombres propios. Es tiempo ya de podar todas esas
superfluidades de los estudios. Los instantes de los niños son un tesoro
demasiado precioso para derrocharlo en
aprender fruslerías que a nada conducen.
No se pueden
medir los avances de los niños, por la cantidad de nombres propios que hay
almacenados en su memoria, la regla inversa seria más segura: mientras menos nombres, mejor la escuela, y
más sustancial la enseñanza.
Así como
también las batallas son los flacos de
los autores de comprendidos históricos, haciéndola ver solo el aspecto salvaje
de la humanidad y no como la historia de
la civilización.
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